viernes, 18 de octubre de 2013

En la Isla de Gilligan todos eran felices

La Democracia no solo consiste en elegir a nuestros gobernantes, quizás esto sea lo de menos. Lo que interesa en una Democracia es encontrar mecanismos para que los propios ciudadanos podamos hacerle frente a nuestros gobernantes. El tema es simple: al elegir a nuestros gobernantes, nosotros los ciudadanos, personas que formamos una inmensa mayoría, autorizamos a un pequeño grupo de personas para que tomen decisiones y usen el poder para ello (y esto abarca dar órdenes a las FF.AA.). Y esto tiene sus riesgos.

Es como si en la Isla de Gilligan, todos en común acuerdo hayan decidido darle a Gilligan el liderazgo y le hubiesen autorizado el uso del único revolver para el cuidado y defensa del grupo. Entonces, puede ocurrir dos cosas: o Gilligan se mantiene inmaculado, crea mecanismos de comunicación, escucha al resto del grupo, toma en cuenta sus opiniones, toma decisiones considerando el beneficio colectivo y hace un buen uso y distribución de los recursos en la isla; o Gilligan se hace pasar por Pepe el vivo, laurabozzea todo canal de comunicación, se hace el que escucha al resto (sí, sí, hermanito, no te preocupes, mañana lo vemos), pero en realidad decide a su propia conveniencia y se apropia de todos los recursos de la isla sin compartir nada con nadie, muy caleta él. Y si alguno se da cuenta de lo que hace, por ejemplo el Profesor, y éste quiere reclamarle algo, no hay por qué temer, ya que en la isla cada quien anda por su cuenta y uno es ninguno. Pero si persiste, ahí sí, saca su revolver y listo, asunto arreglado.

Y es que durante años, en el Perú las cosas han funcionado algo así, con un Gilligan haciéndose pasar por Pepe el vivo gobernándonos. Sino, pregúntenle a Ecoteva, Comunicore, Petroaudios, Urtecho, uf...

En una Democracia, siempre existirá una balanza tambaleante entre el Estado y la Ciudadanía, y lamentablemente, mientras los ciudadanos nos quedemos de brazos cruzados, la balanza siempre estará a favor del Estado, mas aun si tiene a las FF.AA. de su lado. Entonces, ¿qué mecanismos tenemos los que no gobernamos para hacer el contrapeso? O mejor dicho, ¿cómo deberíamos concebir la relación Estado - Ciudadano para que no exista esta inclinación que a nadie le gusta?

Si Gilligan se hiciera pasar por Pepe el vivo podría pasar que nadie diga nada y peor aún, que cada quien siga andando por su cuenta, y Gilligan feliz; o podría ser que el Profesor invente un mecanismo para que el resto del grupo se enteré de lo que en verdad Gilligan está haciendo, muy caleta él, y allí sí, dejando atrás el cada quien por su cuenta, se indignen colectivamente y vallan en mancha a reclamarle a  Gilligan todas sus barbaridades. Finalmente, no le quedaría más remedio a Gilligan que dejar el liderazgo (y el revolver), y pedir perdón.





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