Jessica Oliveira, graduada de la Maestría en Comunicaciones PUCP, conduce una empresa de desarrollo del talento humano. Previamente trabajó para
la Fiscalía de la Nación y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y,
actualmente, trabaja en el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables. Sobre
sus retos y experiencias comenta en este diálogo.
¿Un proyecto que recuerdes especialmente demandante?
En San Marcos me encargaron el fortalecimiento de
capacidades del personal administrativo y auxiliar, casi sin presupuesto. Lo
que hice fue toda una movilización de los propios recursos
humanos de la Universidad, especialmente de los docentes, para romper las
barreras tradicionales existentes entre docentes y personal administrativo. Los
interrelacioné, los llevé a la interacción, convoqué, por ejemplo, a biólogos
que les daban clases prácticas a los jardineros, hice que los administrativos
puedan ir a algunas clases de las carreras universitarias y que hicieran grupos
con los alumnos, que pasaran por la experiencia académica, y así todos se
enriquecieron profesional y vivencialmente, además que se iban rompiendo las
barreras, lo que beneficiaba inmensamente a la comunicación interna de la
institución.
¿Y cómo “vendes” la propuesta a las autoridades?
A veces es difícil en ciertas instituciones, he tenido otros
casos en donde yo decía “Esto se puede hacer mejor” y me han dicho “No. Siempre
se ha hecho así”. La brecha entre la realidad y los procedimientos. Entonces
ahí tengo que hacer uso de la comunicación interpersonal, negociar, persuadir,
porque ya aprendí que detrás está el temor a asumir nuevas responsabilidades, a
tomar decisiones, el famoso “miedo a la libertad” de Fromm.
¿Qué cambios fundamentales ves en tu área de interés en los últimos
años?
Cuando terminé la maestría no existía el auge de las redes
sociales, y yo estudié el tema que llamé “Vecino vigilante” a partir de los reality y los talk shows de la televisión. Propuse que éstos nos iban
condicionando a estar pendientes de la vida del “otro”, miramos y mostramos,
queremos ser vistos y las tecnologías van desarrollando explotando esa pulsión
con los celulares /cámaras fotográficas y otros gadgets. Cada vez se hace más difícil y complicado el ejercicio de
la privacidad, que es un derecho que se va olvidando, y casi no se discute
sobre los límites que existen y el rol del estado en todo esto. Las redes han
potenciado este fenómeno y creo que no hay que perder de vista que puede haber
un “lado oscuro”.
¿Un nuevo campo de acción en que te hayas propuesto incursionar?
Siempre dentro de la comunicación para el desarrollo, me
gustaría armar un proyecto en la amazonía, promover capacidades en mujeres
jefas de hogar con un matiz empresarial, también constituir un circuito
cultural en la región, con una marcada presencia del audiovisual.
Felicitaciones !!
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